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Misterios Luminosos del Santo Rosario

Esta vez meditaremos uno a uno los misterios que hablan de la vida pública de Jesús, iniciando en su bautismo y terminando en la víspera de su pasión.

Hoy te invito a reflexionar en cada uno de los misterios con un ofrecimiento o una plegaria especial. Pensando en cómo ha iluminado Dios tu vida y en qué cosas podrías hacer mejor. Recuerda que se rezan solo los jueves y que en cada misterio puedes pensar en una intención distinta.

1. El bautismo de nuestro Señor

«Un día fue bautizado también Jesús entre el pueblo que venía a recibir el bautismo. Y mientras estaba en oración se abrieron los cielos: El Espíritu Santo bajó sobre Él y se manifestó exteriormente en forma de paloma, y del cielo vino una gran voz que decía: Este es mi Hijo amado, a quien he elegido». (Lucas 3, 21 – 22)

2. La autorrevelación de Jesús en las bodas de Caná

«Hubo una boda en Caná de Galilea, a la cual asistió Jesús con sus discípulos. También asistió a la boda María, la Madre de Jesús. El vino se acabó y los novios se vieron en aprietos. María le dijo a Jesús: Ya no tienen vino. Jesús le contestó a María, ¿Qué podemos hacer tú y yo? Todavía no llega la hora. Pero María les dijo, hagan lo que Él les diga. Jesús ordenó que con agua se llenaran unas tinajas. Y al final obtuvieron un vino de la mejor calidad. Esa fue la primera de las señales milagrosas de Jesús». (cf. Jn 2,1-12)

3. El anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión

«Jesús marchó a Galilea y proclamaba la buena nueva de Dios: El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca, conviértanse y crean en el Evangelio». (Marcos 1, 14 – 15)

4. La Transfiguración

«Un día tomó Jesús a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y los llevó aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. En esto se aparecieron Moisés y Elías conversando con Él». (Mateo 17, 1 – 3)

5. La institución de la Eucaristía

«Mientras estaban comiendo, Jesús tomó pan y lo bendijo, lo partió y dándoselo a sus discípulos les dijo: Tomen y coman, este es mi cuerpo, tomó luego una copa y dando gracias, se los dio diciendo: Beban de ella, porque esta es mi sangre, sangre de la alianza eterna derramada por muchos para el perdón de los pecados». (Mateo 26, 26 – 28)

Fuente:  CatholicLink

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